PIEZAS
   

Los que tienen autoridad, Miriam, enseñan a estos aldeanos a odiar a 
todo el que tenga pensamientos propios; se los instruye a permanecer 
apartados de aquellos cuya mente vuela con libertad; Dios no desea ser
alabado por el ignorante imitador de otros; si yo permaneciera en esta
aldea y pidiera a sus habitantes que alabaran a quien quisieran, 
dirían de mi que soy un infiel que desconoce la autoridad con que Dios
invistió al sacerdote. Si les pidiera que prestasen atención a la voz
de sus corazones y que se comportasen de acuerdo a los mandamientos 
de sus almas, dirían que soy un malvado cuyo único propósito es 
alejarlos del clero que Dios colocó entre el cielo y la tierra. 
- Kahlil fijó sus ojos en los de Miriam, y con voz semejante al sonido
de cuerdas de plata, dijo. - Pero Miriam, hay en esta aldea un mágico
poder que me ha capturado y se ha apoderado de mi alma; un poder 
divino que me ha hecho olvidar los pesares. En esta aldea vi el rostro
de la muerte cara a cara, y en este sitio mi alma abrazó el espíritu
de Dios. Hay en esta aldea una hermosa flor nacida del suelo árido; 
su belleza atrae mi corazón y su fragancia colma mis dominios. ¿Debo 
abandonar esta inapreciable flor y salir a predicar las ideas que 
provocaron mi expulsión del convento, o debo permanecer junto a esa 
flor y cavar una tumba y sepultar mis pensamientos y creencias entre 
las espinas circundantes?. ¿Qué debo hacer Miriam?.


Fragmento de "Espíritus Rebeldes", de Khalil Gibran